El progreso material a toda costa

Este viernes de enero lluvioso, frío y húmedo os traemos una novela ambientada en la gris Inglaterra victoriana en la que, en pleno apogeo de la Revolución Industrial, se produjeron una serie de cambios drásticos tanto en el paisaje (arquitectura, polución creciente por la actividad fabril) como en la sociedad (surgimiento nueva clase social, éxodo rural). Fue una época en la que se multiplicaron las migraciones de población desde las zonas rurales hacia las ciudades por la oferta de vacantes en varios sectores como el textil, el acero y otros productos manufacturados. Los dueños de esas fábricas y negocios que prosperaron al calor de este fenómeno se auparon como una nueva clase social poderosa y muy influyente: la burguesía.


“Hard Times” de Charles Dickens es un retrato crítico y crudo de la incipiente sociedad industrial que se expandía a lo largo de toda la isla británica a través de una nueva corriente de pensamiento: el utilitarismo. Este nuevo pensamiento consideraba la utilidad de la cosas como un principio moral a seguir que se expandía gracias a la acción de esa nueva clase social burguesa que empezaba a tomar el control del poder económico. Paralelamente, los grandes burgueses ejercían una poderosa influencia cultural sobre el proletariado llegando incluso hasta las esferas más altas como la nobleza, el poder eclesiástico y la realeza. Dickens identifica a la burguesía con tres conceptos: poder, riqueza y egoísmo. 


En la novela, escrita en 1854, aparecen personajes como Thomas Gradgrind, maestro de escuela, que enseña a sus alumnos la importancia de la lógica y lo racional sobre lo emocional. Se enfoca en la adquisición y desarrollo de conocimientos (facts, facts, facts!) promulgando en el alumnado una mentalidad estrictamente racional que deje a un lado la parte emocional y creativa del ser humano. Estamos convencidos que el señor Gradgrind no estaría nada de acuerdo si tuviese que aplicar la ley educativa actual que, afortunadamente, potencia el desarrollo integral del alumno promoviendo la creatividad y dando respuesta a sus necesidades emocionales.





Otros personajes como James Harthouse o J. Bounderby representan el culto al dinero y la obsesión por el progreso material que predominaron en aquella época (y lamentamos que la nuestra también) resultando, éste último, un fraude por querer aparentar lo que realmente no era, muy típico de la sociedad victoriana del momento. 

En contraste a todos ellos, Sissy Jupe, una joven artista de circo con una gran sensibilidad social, imaginativa, generosa y bondadosa será la otra cara de la moneda de la sociedad representada en la novela. Junto a ella aparece Louisa, hija del maestro, una mujer inteligente y formada que cuestiona las convenciones sociales de la época y el rol que la sociedad había impuesto a las mujeres, alienadas desde niñas a través la educación que se les daba en las escuelas así como en el seno familiar. 


Charles Dickens dijo una vez, refiriéndose a los hombres, que “jamás debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas, son la lluvia que barre el polvo cegador que cubre nuestros corazones”.


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